Pero después de varios a estudios de la química cerebral y los procesos psicológicos de las personas con obesidad, se ha encontrado que la mayoría de los casos son muy similares a los de una persona con adicción a las drogas, al sexo o al juego.
La adicción a la comida es real y preocupante, y es una de las principales causas de los fracasos en las dietas, los atracones, las ingestas compulsivas y demás comportamientos relacionados.
Al igual que las otras adicciones presentes en la sociedad, ésta presenta unas características propias, de las que suprimiendo las palabras relacionadas con la comida, son perfectamente aplicables a cualquier otra adicción:
- Secretismo: ocultan lo que comen, se levantan a mitad de la noche para darse atracones...
- Autodestrucción: este tipo de conductas les hace daño tanto a nivel físico (aumento de peso) como psicológico (culpa y vergüenza).
- Descontrol: al final la contención les resulta imposible.
- Recaídas: es un ciclo repetitivo en el que intentan controlar lo que comen hasta que abandonan la dieta, vuelven a comer en exceso y vuelven a empezar otra vez.
- Obsesión por la comida y el peso: piensan continuamente en su problema, consultan páginas de nutrición, prueban nuevas dietas, se pasan el día planeando menús...
- Baja autoestima: suelen estar invadidos por sentimientos de vergüenza, culpa y remordimientos. Se odian a si mismos, se critican, se prometen cambiar...
Además, la adicción de la comida tiene un problema añadido, ya que un alcohólico puede alejarse de los bares, un ludópata puede no acercarse a una máquina traga perras y un drogadicto puede cambiar de ambiente, pero, ¿qué es lo que tiene que hacer un adicto a la comida?, ¿dejar de comer?
En este caso no es posible alejar al sujeto del estímulo, si no que es necesario un proceso mucho más complejo...
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