No está fuera de lo común este tipo de situaciones que incluyen las frases: ¡que asco! ¡No pienso probarlo! Pues bien, resulta que puede que se trate de una fobia a la comida si el posible consumo provoca una fuerte ansiedad, rechazo compulsivo, casi como un reflejo irracional y no es el "no me gusta" que todos, en alguna ocasión hemos pronunciado.
Este es el caso de una joven del Reino Unido que tiene fobia a la comida sana, y podéis ver su historia en el siguiente enlace. Parece ser que por alguna razón, ese alimento se asocia en el cerebro a la sensación de un importante peligro; puede ser por experiencias de atragantamiento, fantasías terroríficas infantiles, asociación de la ingesta con momentos de crisis o incluso factores biológicos más o menos unipersonales que causan dificultades en su ingestión.
Podemos recurrir a la ayuda de profesionales o bien podemos empezar con algunos truquillos que nos ayuden con las fobias alimenticias en niños. Aquí podemos ver los más sencillos de llevar a la práctica diaria.
Además de la fobia a las comidas nuevas o a determinados alimentos, existen otras fobias como las fobias a tragar y que no son exclusivas de niños, sino que también se registran en adultos.
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