miércoles, 6 de noviembre de 2013

El chicle, aliado y enemigo a partes iguales

Masticar chicle es un hábito de muchos, pero el convertirlo en un ejercicio diario puede dañar la mandíbula gravemente. Para masticar utilizamos músculos que mueven los huesos que forman la articulación de la mandíbula; la articulación se puede ver dañada y afectada por el desgaste que supone masticar chicle varias horas al día, todos los días. 

Si estamos constantemente comiendo chicle no dejaremos que nuestra mandíbula, músculos, huesos y articulación, descanse; ésto provocará una sobrecarga en la zona, que puede derivar en dolores y endurecimiento de alguna parte de la articulación témporo-mandibular. Debemos tener en cuenta que al no ser mamíferos rumiantes, el hecho de masticar sin tragar produce que nuestro estómago libere ácidos gástricos que si no tienen alimentos que disolver, causen a largo plazo una úlcera estomacal. 
Además, masticar chicle puede ser la causa de una reducción de peso peligrosa por el contenido de sorbitol que puede funcionar como laxante, causando diarreas o dolor estomacal. 

No debemos olvidar que masticar chicle de forma esporádica puede suponer un buen modo de fortalecer los músculos de nuestra mandíbula, siempre y cuando no se convierta en una actividad cotidiana y tradicional en nosotros. Aquí podéis ver algunas ventajas y desventajas de consumir chicle. 

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